sábado, 31 de diciembre de 2016

Bacalar, Quintana Roo, México

Estamos en México, en la parte del mar Caribe, zona de playas míticas, arena blanca y mar regalando diversos tonos de azul o aguas cristalinas. Y nosotros, vamos y decidimos movernos a Bacalar, un lago. Y pensareis, pero ¿por qué? Que tiene este lugar para dejar el mar Caribe, aunque solo hagamos un parón. Pues este sitio es el llamado El Lago de los Siete Colores, y debemos decir que el nombre esta muy bien puesto. Bacalar es un pequeño pueblo a pie de un maravilloso lago de agua templada, donde en las zonas menos profundas es cristalina para conforme te adentras en profundidad cambia de turquesa a un azul intenso.


El primer día al llegar desde Tulum buscamos nuestro hostal, ubicado a dos calles de la plaza central del pueblo. Hicimos el check in y nos enseñaron las instalaciones. En nuestro afán de ahorrarnos unas pelillas encontramos este sitio, que nos llamó la atención porque no ofrecía solo habitaciones, si no también tiendas de campaña. Así es, íbamos a dormir como en un campamento de verano, en una tienda de campaña que tenías que mantener siempre cerrada para que no se llenara de mosquitos. Pero este no era el único atractivo del sitio, y es que, nosotros sin saberlo, habíamos reservado en un hostal con “Beach Club” (Club de Playa), es decir, que como el Hostel esta ubicado en el cenotro del pueblo, a las 10.00 am llega un señor con un coche y un remolque y te dice que te lleva a ese famoso Club.

Pues bien, este está a unos 5 km del pueblo, es otra zona de camping a pie de lago. Un lugar destinado a la paz y tranquilidad, sin WIFI o enchufes, únicamente el lago, las tiendas y palmeras, con algunas casas de vacaciones, pero deshabitadas en esos momentos. Esta vez MJ no solo tomo el sol, si no que se unió a la expedición de Carlos andando por las aguas transparentes, sin un solo pez en ellas. En el camino nos encontramos con ciertos lujos que alegran a uno el día, como una mesa dentro del agua o, incluso, un columpio.

Pasar la mañana en este fantástico sitio deja a uno una paz interior indescriptible,pero nuestro tour por el Beach Club acabó a las 3.00 pm, cuando de nuevo el señor con el coche con remolque viene a buscarte para llevarte al pueblo. En tan solo unas horas nos habíamos enamorado de aquella increíble laguna, así que decidimos pagar unas noches más por la tienda de campaña para poder disfrutar tanto de ella como del apacible pueblo que lleva su mismo nombre. Durante los siguientes días intentamos hacer vida de pueblo, íbamos a la frutería y al supermercado en busca de pequeños manjares que poder cocinar y comer en el camping, pues este disponía de una cocina espléndida y una zona común muy espaciosa donde conocimos otros viajeros y compartimos información y experiencias.
Durante nuestra casi semana aquí, también visitamos los dos balnearios del pueblo. El primero gratuito y el segundo por 10 pesos (0,50€) cada uno. Estaréis pensando lo mismo que pensamos nosotros, ¿jacuzzis y masajes por 0,50€? ¡Vamos allá! Y ahí que fuimos, pero al llegar nos dimos cuenta que balneario se refiere a una zona de recreo a la orilla del lago con instalaciones que facilitan el baño de la gente que vive en el pueblo.En ambos había una especie de embarcadero con escalera para poder adentrarse en el agua sin tener que pasar por los nenúfares que se forman a orilla del lago, un bar restaurante y donde poder colocar la toalla y tumbarse al sol, el lago adaptado a piscina municipal. El que había que pagar también disponía de toboganes y área de juegos para niños, y parecía algo más moderno, en cambio en el gratis nos encontramos con un grupo e personas mayores haciendo una exhibición de Taichi, no sabríamos decir cuál de los dos era más divertido. 
Paseando por el pueblo conocimos los lugares más importantes. El primero la plaza del pueblo, donde encontramos varias fuentes, parques infantiles y esta rodeada de restaurantes, coronada por el Ayuntamiento.

Además tiene lo que aquí se llama, el Quiosco, un techado con bancos en el interior, pinturas en el techo, esta está sobre elevada con escaleras a los cuatro vientos. Opuesto al Ayuntamiento, justo al otro lado del parque se encuentra el fuerte de San Felipe, construido por españoles para defender la laguna de los ataques de piratas que venían en busca de una madera exclusiva de la zona. Y si es una laguna ¿por donde entraban los piratas? Pues aquí viene el día en el que hicimos el tour en lancha para visitar los puntos más importantes dentro de ella. Así que para conocer el secreto de los piratas primero os explicaremos cómo fue el tour. 
En un principio, nuestra idea era hacer el tour en kayak. Nos echamos a la calle en busca de información para poder elegir uno. Los precios rondaban los 100-150 pesos la hora (unos 5-7,5€) y para todo el recorrido nos habían recomendado unas 3 horas. No era lo barato que esperábamos, así que seguimos buscando, hasta que una chica, dueña de un hostal, nos ofreció su canoa por 200 pesos (10€) por tiempo ilimitado. No nos lo pensamos más, subimos a la canoa y empezamos a remar. Nada más salir del embarcadero la canoa se empezó a balancear de un lado a otro, pues el viento venía con fuerza y provocaba olas. Ni cinco minutos duramos en la deriva, dimos la vuelta con mucho esfuerzo en contra del viento y devolvimos la canoa a su dueña. Después de todo, decidimos hacerlo de la manera más cómoda, un tour en lancha con más pasajeros y un guía que nos explicaba curiosidades de la zona, eso si, pagamos unos 400 pesos (20€) por ello. 
Nada más salir nos dimos cuenta que el viaje en canoa era una idea muy aventurada por las largas distancias y remar todo el recorrido, a contra viento, habría sido agotador. Así que en vez de ella, nos relajamos, nos dejamos llevar e hicimos nuevas amistades con una pareja. En primer lugar nos llevaron al Cenote negro, un enorme agujero en medio de la laguna que cae en picado, como un acantilado bajo el mar, hasta una profundidad de 180 metros (de ahí el nombre, pues el agua se ve negra, la luz del sol no llega tan abajo).  Nos dieron tiempo para darnos un chapuzón y sentir lo que es flotar a 180 metros de altura. Aunque llevábamos el equipo de snorkel lo único que se veía era el precipicio cerca de la orilla. En este lugar también había una cuerda atada a un árbol desde donde se podía saltar a modo de Tarzán (no os perdáis los bambonbazos de Carlos en el vídeo en Youtube).

 Después nos llevaron a dos cenotes más, el Cenote Esmeralda y el Cenote de Coquitos. El primero tiene “tan solo” 90 metros de profundidad, que ya está bien, y su peculiaridad es que desciende de forma suave por lo que el tono del agua no es tan oscura, si no que pasa del turquesa al Esmeralda progresivamente. Además de que es el Cenote más grande de la laguna, con 900 metros de diámetro. El Cenote de Coquitos es más pequeño y tiene 80 metros de profundidad. Su peculiaridad son unas formaciones llamadas estromatolitos, unas estructuras que se forman por la captura y fijación de partículas de carbono a través de unas bacterias, su función es realizar la fotosíntesis, es decir, liberan oxígeno y captan de la atmósfera grandes cantidades de dióxido de carbono.
Después de tanto Cenote visitamos la Isla de los Pájaros, un islote en medio de la laguna, donde los pájaros se refugían en la noche de cualquier depredador, después de haber pasado el día en busca de alimentos por los alrededores. Y para finalizar, llegamos al Canal de los Piratas. Este se trata de un canal de agua que une la laguna con un río, este río desemboca en el mar por la Bahía de Chetumal, donde los piratas atracaban sus grandes navíos, ascendían por el río hasta entrar en Bacalar a través del canal. Es por ello que se construyó el Fuerte de San Felipe justo en frente de dicho canal. Al haber corriente de agua entre Río y laguna es un lugar especial para bañarse.
Es más, es uno de los lugares donde mejor se pueden apreciar la diferencia en los tonos de azul, por las distintas profundidades y las corrientes. Para terminar con las curiosidades, en este mismo punto donde se une río y laguna hay una zona donde el azufre del agua se mezcla con la arena del fondo, formando un lodo que, a parte de oler a podrido, untado en la piel posee propiedades exfoliantes. Así que tuvimos que probarlo. Nos embadurnamos con el lodo, aunque no aguantamos demasiado con el puesto, secado tira bastante, y el olor era muy fuerte. El último día en Bacalar pensábamos solo en el Club de Playa, llevarnos allí las mochilas y tener una velada romántica bajo las estrellas, un bañito a la luz de la Luna. Pero, en el Caribe también llueve y con muchas ganas, no nos pudimos mover del hostal en todo el día así que lo aprovechamos para descansar, que ya tocaba, y trabajar para que podáis estar informados de todas nuestras aventuras. Pasada la lluvia, al día siguiente, dejando un trozo de nuestro corazón en Bacalar, partimos hacia nuestro próximo destino, esta vez sí, nos volveremos a bañar en el mar Caribe.

Vive Bacalar en vídeo de alta definición a través del canal de Youtube Vídeo Bacalar

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