sábado, 17 de diciembre de 2016

El Grand Cenote, Quintana Roo, México

¡Hoy nos hemos levantado con ganas de caminar! Jajaja. Que va, hace un calor horroroso y entre el pueblo de Tulum y el Gran Cenote nos separan 5,1 km de una larga y calurosa carretera sin arcén, por donde los coches te lanzan polvo. 
Pero es tanta la ilusión por ver nuestro primer Cenote y lo que supone ahorrarse unos pesos en transporte (además de que hay que hacer ejercicio, que es muy sano) que nos pegamos la gran caminata matutina. Aproximadamente después de una hora ya estamos allí, listos para nuestro bañito de agua dulce. Pagamos los 150 pesos (7,5€) que cuesta la entrada, caminamos por el recinto hasta que encontramos una enorme cavidad, donde se reflejan los rayos del sol en el azul turquesa de sus aguas.

Resulta que en toda la península de Yucatán los ríos circulan bajo tierra en vez de sobre ella y salen a la superficie en forma de lagunas, cavernas o tramos de río. Así que nos encontramos en una zona inundada bajo tierra e inacabada de explorar, pues son tantas las intersecciones de los ríos subacuáticos y la profundidad de los cenotes que todavía queda mucho por descubrir. 
El Gran Cenote es uno de los más populares de Quintana Roo por su espectacular belleza. Consiste en dos enormes agujeros en la tierra inundados de aguas cristalinas e interconectadas por un túnel que se puede cruzar a nado. Pero esto es solo lo que se aprecia en la superficie, una vez entras en el agua y observas con el equipo de snorkel, un mundo de magia se abre ante tus ojos.
Profundas cavernas se ven allá donde miras, pasillos subacuáticos que llevan a quien sabe donde, entre extrañas formaciones rocosas como estalactitas y estalagmitas. Plantas acuáticas, centenares de peces y alguna tortuga comparten hábitat en este Gran Cenote.
Una de las cosas que más impresiona, a parte de la claridad del agua por la que se ve todo perfectamente, es el reflejo del sol entrando por las muchas cavidades del Cenote, produciendo un espectáculo de infinidad de tonos azules y verdes, mezclándose entre las rocas bajo el agua.

No recordamos el tiempo que pasamos nadando, buceando y jugando con las formas del cenote, porque uno pierde la noción del tiempo entre tanta maravilla. Además de que el agua dulce y fresca ayuda a no querer salir. Nos dimos un descanso para comer algo, habíamos traído algunas galletas y compramos rambutanes, una refrescante y dulce fruta, rosa y peluda por fuera, blanca y gelatinosa por dentro, una delicia. Después de comer nos dimos otro bañito y cuando el sol bajo y los rayos ya no se filtraban sobre el agua decidimos volver a Tulum.

Con tanta diversión no habíamos pensado en el camino de vuelta, cansados y con los bañadores mojados daba mucha pereza caminar. Preguntamos a un chico argentino que se subía a su coche y él iba para Tulum, así que lo acompañamos para que no fuese solo😉 Una vez en Tulum, ya duchados y secos, nos dedicamos a buscar un lugar donde cenar. Ya entrada la noche nos relajamos en el Hostel charlando con una interesante familia viajera y Rafa, un sabio mexicano de interesante conversación y conocedor de la zona.

Báñate en el Gran Cenote  travé sdel vídeo El Gran Cenote

2 comentarios:

  1. Que chulada de experiencia estáis viviendo...cuando yo sea mayor querré ser y vivir como vosotros...jejejeje
    Pues nada...seguir viviendo vuestra aventura y vivirla como mejor podáis, porque ya sabéis... el tiempo pasado no se recupera...y el tren no se puede perder...que si se pierde ése ya no vuelve...seguís descubriendo y disfrutando a la vez, pero eso si...cuidaos mucho...y no os olvidéis que en España hay gente que os quiere mucho y no hay un solo día que no estéis en sus mentes...un besazo guapos...OS QUIERO!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Contando con los consejos de grandes sabios como tu, quien podría tener miedo a viajar? Gracias por estar ahí en cada momento, por tu apoyo incondicional y por tus siempre buenas palabras. Te queremos.

      Eliminar