Nuestro segundo día en Miami lo dedicamos a ver el centro de la ciudad y algunos de los barrios más interesantes.
El yet lag aún nos seguía despertando temprano, pues así no necesitamos despertador. Desayunamos en casa de Nicola lo que compramos en el supermercado el día anterior (Miami es una ciudad cara para comer siempre fuera).
Viajamos en bus desde Miami Beach a la Estación Central, Omni Station, dónde a través de unas escaleras subimos a la Estación del Metromover, que es una especie de Metro elevado que viaja entre los enormes rascacielos del centro de la ciudad, pero lo mejor de todo, que es un servicio gratuito.
Una vez Metromover empieza a funcionar parece que te adentras en una ciudad del futuro. Aunque visto desde fuera el centro de Miami parece una aglomeración de gigantes rascacielos donde uno espera encontrar bullicio, ruido, una gran multitud de gente y estrés por todos lados, pero una vez dentro se aprecian los grandes espacios de las ciudades americanas, todo es gigantesco, cada calle es una avenida de varios carriles, las aceras son tan anchas y largas que por mucha gente que haya nunca da la sensación de agobio.
Viajar entre los enormes edificios es una experiencia única, pero una vez bajas por las múltiples estaciones, mirar hacia arriba y apreciar la altura de esos gigantes que parecen acariciar el cielo, te deja con la boca abierta. Callejeamos un rato, recorrimos la gran avenida cuyo nombre es el mismo que se le da al centro financiero de Miami, Brickell. Gente de negocios caminan atareados, logos de grandes marcas y restaurantes para ejecutivos se encuentran por doquier. Al centro financiero, Brickell, y el mero centro de Miami, Downtown, los separa un puente elevadizo sobre un gran canal de agua por el que circulan los lujosos yates de la clase adinerada de Miami.
Al pasar el puente encontramos un lugar para descansar, Bayside, un extenso y cuidado parque a los pies del mar que separa la ciudad de Miami con el barrio de Miami Beach. El parque estaba habitado por decenas de ardillas, las cuales se acercaron a comer de nuestras manos gracias a un amable señor que nos enseñó como ofrecer cacahuetes.
Una vez Metromover empieza a funcionar parece que te adentras en una ciudad del futuro. Aunque visto desde fuera el centro de Miami parece una aglomeración de gigantes rascacielos donde uno espera encontrar bullicio, ruido, una gran multitud de gente y estrés por todos lados, pero una vez dentro se aprecian los grandes espacios de las ciudades americanas, todo es gigantesco, cada calle es una avenida de varios carriles, las aceras son tan anchas y largas que por mucha gente que haya nunca da la sensación de agobio.
Viajar entre los enormes edificios es una experiencia única, pero una vez bajas por las múltiples estaciones, mirar hacia arriba y apreciar la altura de esos gigantes que parecen acariciar el cielo, te deja con la boca abierta. Callejeamos un rato, recorrimos la gran avenida cuyo nombre es el mismo que se le da al centro financiero de Miami, Brickell. Gente de negocios caminan atareados, logos de grandes marcas y restaurantes para ejecutivos se encuentran por doquier. Al centro financiero, Brickell, y el mero centro de Miami, Downtown, los separa un puente elevadizo sobre un gran canal de agua por el que circulan los lujosos yates de la clase adinerada de Miami.
Al pasar el puente encontramos un lugar para descansar, Bayside, un extenso y cuidado parque a los pies del mar que separa la ciudad de Miami con el barrio de Miami Beach. El parque estaba habitado por decenas de ardillas, las cuales se acercaron a comer de nuestras manos gracias a un amable señor que nos enseñó como ofrecer cacahuetes.
Después del impresionante centro de Miami, nos dirigimos, esta vez en autobús urbano, al barrio cubano más popular de la ciudad, Little Havana (la pequeña Habana). Debido a la inmigración masiva de cubanos en la ciudad de Miami para la época de los 60, por la dictadura Castrista, un alto porcentaje de la población es cubana. Con el tiempo, personas de todas partes del mundo emigraron a Miami buscando una vida mejor, y esto es lo que le da a la ciudad su carácter latino, la música, la forma de vivir y que en todos sitios se hable español. Pero al ser la población cubana mayoritaria han ido creando sus propios barrios.
Nunca hemos estado en Cuba, pero si tenemos claro que Little Havana no se parece nada a lo que hemos visto hasta ahora de EEUU.
Después de pasear nos decidimos a saciar nuestro apetito (con tanto follón no habíamos comido en todo el día) en una cadena de comida rápida llamada El Pollo Tropical, en el que lo menos de 10$ cada uno nos dimos un festín de alimentos con rico sabor cubano. Al comer se nos hizo tarde, cayó la noche, así que decidimos averiguar como volver a casa. Subimos en uno de los buses gratuitos que ofrece el Ayuntamiento de la ciudad y que supuestamente nos llevaba de Little Havana hasta Downtown y de allí ya enlazábamos con otro bus a Miami Beach. La situación fue que el primer bus iba repleto de cubanos y era tan entretenido y divertido el alboroto y cachondeo que se formó en el bus que, sin darnos cuenta nos pasamos la parada. Solo por las risas mereció la pena perderse un poco, aunque el viaje nos llevara el doble de tiempo, una amable señora nos acompañó hasta la siguiente parada de bus y nos indicó como volver a casa.
Esta corta visita a la comunidad cubana nos ha abierto el apetito para viajar a Cuba, pero por el momento no nos queda otra que esperar.
El siguiente día nos lo tomamos con más calma y solo visitamos el barrio de los artistas, Wynwood.
Cuentan quienes viven allí que hace unos años era un barrio impenetrable, con un alto índice de delincuencia y violencia, poca gente se atrevía a visitarlo. Hasta que un par de galerías de arte decidieron instalarse allí y el barrio empezó a llenarse de artistas, las galerías de Artes se fueron expandiendo y hoy en día es uno de los barrios más turísticos y valorizados de la ciudad. Aunque para nosotros lo más interesante no fueron las galerías, si no el barrio en sí, su ambiente hipster supermoderno, tiendas de tatuajes, restaurantes y bares alternativos y su plato fuerte, todas las fachadas están pintadas con impresionantes grafitis que nos parecieron verdaderas obras de arte.
Anduvimos por toda la calle principal y sus ramales, asombrados por sus paredes, a cuál mejor hecha, más detallista. Al atardecer nos metimos en una taquería mexicana, pues nos habían dicho que era el sitio más económico de la zona. Y hay que reconocer que estaban riquísimos. Al cenar paseamos un poco más y nos entretuvimos visitando un pequeño mercado que ofrecía modernidades excéntricas y curiosas (como un puesto de pajaritas de colores), bastante acorde con el barrio. Desde Wynwood no fue nada fácil volver a casa, ya que el transporte dejaba mucho que desear. Suponemos que es una consecuencia del sistema capitalista en el que vive Estados Unidos, mejor comprarse un vehículo, pagar seguro y algo de impuestos, que usar transporte público. Aún y así llegamos a casa a tiempo para unas cervezas con Nicola y los chicos que viven con él, quienes nos hicieron sentir como en casa en todo momento y disfrutamos mucho de su compañía. Gracias a Pablo, Miguele, Andrea y Nicola, por vuestro esfuerzo y buen rollo mientras os invadimos la casa. ¡Un fuerte abrazo!
Si quieres conocer la ciudad a través del vídeo haz click en el siguiente link
Vídeo ciudad Miami
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