Tras pasar todo un día en la estación de autobuses por problemas en las carreteras con la subida de precio de la gasolina (hasta un 20%) y unas seis horas en el autobús llegamos a las 5 am a Palenque, muy cansados y medio dormidos.
Estamos en un nuevo estado, en Chiapas, la zona más al sur de México, la más pobre y olvidada por el gobierno, pero la más rica en recursos naturales; hogar de las poblaciones indígenas y de la selva Lacandona.
Habíamos oído sobre un tipo de hospedaje bastante interesante: un conjunto de 5 complejos de cabañas ubicadas en la selva chiapaneca, rodeadas de intensa naturaleza, animales y ríos, sin comodidades tecnológicas, sin wifi.
A unos 15km de la localidad se encuentra la zona arqueológica de Palenque, antes de llegar a ella está este complejo de cabañas: el Panchan. Un taxi nos llevó hasta allí nada más llegar a Palenque, pero como ya hemos dicho, no tiene comodidades tecnológicas, por lo que las recepciones no tienen ordenador ni mucho menos internet, no se puede hacer reservación. Volvimos por donde vinimos y buscamos un hostal en el pueblo donde pasar el resto de la noche e intentarlo al día siguiente. A la mañana siguiente, al volver nos contaron que su sistema de hospedaje es algo así como quien primero llega se lo queda, habíamos llegado tarde y ya no había cabañas disponibles. No pasa nada, tenemos todo el tiempo del mundo, mañana lo intentamos otra vez y llegamos más temprano. Llegamos a las 8 am, una pareja dejaría una cabaña libre, solo teníamos que esperar a que se fueran, ¡conseguido! Y mereció la pena.
Pasas la recepción, caminas por un paso rodado de vegetación de un verde intenso y llegas hasta un río, de agua clara y tranquila, cruzado por un puente de madera y ahí aparecen unas cinco cabañas, cuatro de ellas más pequeñas y en la orilla de ese río, con un balcón sobre él, y otra cabaña, al fondo, más grande, dividida en cuatro cuartos más. Pues el más alejado e todos, era el nuestro, con la puerta dirección a la vegetación, totalmente salvaje.
En este lugar te rindes con la naturaleza libre, sientes el aire fresquito, oír los pájaros y sobretodo ver a los sereques, una especie de roedor que vamos a sus anchas por las cabañas.
Palenque es una zona de pura naturaleza, de verdes intensos con ríos de agua cristalina, es por ello que nos informamos sobre la posibilidad de realizar un tour en la selva. Por casualidades de la vida, de esas que uno se alegra, nos encontramos a un guía que estaba juntando un grupo para el día siguiente. Con nosotros ya seriamos siete, un número perfecto, pues nos permitía rebajar el precio de 150 pesos (7,5€) a 100 pesos (5€) cada uno. Para decidirnos nos acercamos a conocer a los demás integrantes, estos resultaron ser dos chicos de Barcelona y tres chicas argentinas que llegarían justo antes de comenzar el tour. Después de conocernos quedó todo decidido, al día siguiente haríamos un paseo por la selva y conoceríamos las ruinas de Palenque.
Quedamos a eso de las 9.00 para comenzar el tour. Primero una furgoneta nos llevó unos 4 km hasta la entrada del sendero, un lugar que parecía bastante accesible hasta que comenzamos a caminar unos metros y dejamos atrás el camino, íbamos guiados a ciegas a través de la espesura de los árboles, pequeños riachuelos y raíces formando escaleras para alcanzar la cima de pequeños montículos. El mayor propósito del tour es conocer una parte inexplorada de templos y ruinas mayas que continúan entre la selva, sin tocar, como abrazados por la vegetación surgida alrededor de ellos, parecían puros e incluso más mágicos que las ruinas descubiertas. Uno de ellos tenía una apertura sin cubrir, por lo que los chicos, más valientes, se introdujeron un poquito, solo un poquito, pues estaba lleno de pequeños murciélagos que se despertaron por la luz de las linternas y amenazaron por echar a volar. Durante el recorrido pudimos observar un curioso parásito que se aferra a los troncos de los árboles, como si fuera otro árbol que lo abraza, y lo va secando poco a poco hasta que absorbe todo y el árbol muere. Parece algo negativo para la fauna y que se debería intentar parar o por lo menos controlar, pero como nos explicó el guía, esto es parte de la naturaleza, permite que la selva se reconstruya y siempre siga viva, en movimiento.
Durante el paseo también nos mostró lianas tan gruesas y resistentes que es posible treparlas, árboles de cientos de años y templos, muchos templos enterados entre esta vida, algunos atravesados por algún árbol y otros que únicamente se mantienen en pie gracias a ellos. Y como colofón a estas casi tres horas de caminata, ya llegando a nuestro final, pudimos observar una familia de monos saraguato, o mono aullador, en lo alto de la copa de los árboles, mientras comían y jugaban. Parecen seres de goma al saltar, tan pequeños.
Nuestro tour terminó en la misma entrada de las ruinas de Palenque. Ya nos dijo el guía que estás ruinas son solamente el 2% de lo que en su día fue la ciudad, y de todo lo que hay escondido entre la selva. Ruinas que para poder estudiar deberían limpiar de toda naturaleza, lo que significa que habría que destruir una gran parte de la selva, razón por la cuál no se hace.
La zona arqueológica de Palenque se convirtió en Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1987, y no es para menos, es un emplazamiento impresionante, gigantesco. La antigua ciudad, se estima que sean unos 40 kilómetros cuadrados, pero excavado son solo 2,5 de ellos. Este territorio se divide en dos zonas, norte y sur. La sur está formada por dos grandes plazas con un total de siete templos dedicados al culto hacia dioses, y la tumba de la mujer del gran monarca Pakal II, la Reina Roja, llamada así por los vestigios de una tinta roja impregnada en sus huesos y paredes de la tumba.
Sarcófago de gran importancia, pues era común que la gente fuese enterrada en la tierra, son solo dos los sarcófagos encontrados en esta ciudad, de ahí se intuye la importancia de esta mujer. Este lugar se puede visitar y observar el rojo que aún se mantiene impregnado a la roca; y como no, también encontramos un juego de pelota, algo más pequeño que los vistos anteriormente.
Como gran construcción se encuentra el Templo de las Inscripciones, ubicado sobre una pirámide escalonada desde donde se puede observar el lugar desde las alturas, rodeados por la espesura de la selva y entre grandes colinas.Estamos en un nuevo estado, en Chiapas, la zona más al sur de México, la más pobre y olvidada por el gobierno, pero la más rica en recursos naturales; hogar de las poblaciones indígenas y de la selva Lacandona.
Habíamos oído sobre un tipo de hospedaje bastante interesante: un conjunto de 5 complejos de cabañas ubicadas en la selva chiapaneca, rodeadas de intensa naturaleza, animales y ríos, sin comodidades tecnológicas, sin wifi.
A unos 15km de la localidad se encuentra la zona arqueológica de Palenque, antes de llegar a ella está este complejo de cabañas: el Panchan. Un taxi nos llevó hasta allí nada más llegar a Palenque, pero como ya hemos dicho, no tiene comodidades tecnológicas, por lo que las recepciones no tienen ordenador ni mucho menos internet, no se puede hacer reservación. Volvimos por donde vinimos y buscamos un hostal en el pueblo donde pasar el resto de la noche e intentarlo al día siguiente. A la mañana siguiente, al volver nos contaron que su sistema de hospedaje es algo así como quien primero llega se lo queda, habíamos llegado tarde y ya no había cabañas disponibles. No pasa nada, tenemos todo el tiempo del mundo, mañana lo intentamos otra vez y llegamos más temprano. Llegamos a las 8 am, una pareja dejaría una cabaña libre, solo teníamos que esperar a que se fueran, ¡conseguido! Y mereció la pena.
Pasas la recepción, caminas por un paso rodado de vegetación de un verde intenso y llegas hasta un río, de agua clara y tranquila, cruzado por un puente de madera y ahí aparecen unas cinco cabañas, cuatro de ellas más pequeñas y en la orilla de ese río, con un balcón sobre él, y otra cabaña, al fondo, más grande, dividida en cuatro cuartos más. Pues el más alejado e todos, era el nuestro, con la puerta dirección a la vegetación, totalmente salvaje.
En este lugar te rindes con la naturaleza libre, sientes el aire fresquito, oír los pájaros y sobretodo ver a los sereques, una especie de roedor que vamos a sus anchas por las cabañas.
Palenque es una zona de pura naturaleza, de verdes intensos con ríos de agua cristalina, es por ello que nos informamos sobre la posibilidad de realizar un tour en la selva. Por casualidades de la vida, de esas que uno se alegra, nos encontramos a un guía que estaba juntando un grupo para el día siguiente. Con nosotros ya seriamos siete, un número perfecto, pues nos permitía rebajar el precio de 150 pesos (7,5€) a 100 pesos (5€) cada uno. Para decidirnos nos acercamos a conocer a los demás integrantes, estos resultaron ser dos chicos de Barcelona y tres chicas argentinas que llegarían justo antes de comenzar el tour. Después de conocernos quedó todo decidido, al día siguiente haríamos un paseo por la selva y conoceríamos las ruinas de Palenque.
Quedamos a eso de las 9.00 para comenzar el tour. Primero una furgoneta nos llevó unos 4 km hasta la entrada del sendero, un lugar que parecía bastante accesible hasta que comenzamos a caminar unos metros y dejamos atrás el camino, íbamos guiados a ciegas a través de la espesura de los árboles, pequeños riachuelos y raíces formando escaleras para alcanzar la cima de pequeños montículos. El mayor propósito del tour es conocer una parte inexplorada de templos y ruinas mayas que continúan entre la selva, sin tocar, como abrazados por la vegetación surgida alrededor de ellos, parecían puros e incluso más mágicos que las ruinas descubiertas. Uno de ellos tenía una apertura sin cubrir, por lo que los chicos, más valientes, se introdujeron un poquito, solo un poquito, pues estaba lleno de pequeños murciélagos que se despertaron por la luz de las linternas y amenazaron por echar a volar. Durante el recorrido pudimos observar un curioso parásito que se aferra a los troncos de los árboles, como si fuera otro árbol que lo abraza, y lo va secando poco a poco hasta que absorbe todo y el árbol muere. Parece algo negativo para la fauna y que se debería intentar parar o por lo menos controlar, pero como nos explicó el guía, esto es parte de la naturaleza, permite que la selva se reconstruya y siempre siga viva, en movimiento.
Durante el paseo también nos mostró lianas tan gruesas y resistentes que es posible treparlas, árboles de cientos de años y templos, muchos templos enterados entre esta vida, algunos atravesados por algún árbol y otros que únicamente se mantienen en pie gracias a ellos. Y como colofón a estas casi tres horas de caminata, ya llegando a nuestro final, pudimos observar una familia de monos saraguato, o mono aullador, en lo alto de la copa de los árboles, mientras comían y jugaban. Parecen seres de goma al saltar, tan pequeños.
Nuestro tour terminó en la misma entrada de las ruinas de Palenque. Ya nos dijo el guía que estás ruinas son solamente el 2% de lo que en su día fue la ciudad, y de todo lo que hay escondido entre la selva. Ruinas que para poder estudiar deberían limpiar de toda naturaleza, lo que significa que habría que destruir una gran parte de la selva, razón por la cuál no se hace.
La zona arqueológica de Palenque se convirtió en Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1987, y no es para menos, es un emplazamiento impresionante, gigantesco. La antigua ciudad, se estima que sean unos 40 kilómetros cuadrados, pero excavado son solo 2,5 de ellos. Este territorio se divide en dos zonas, norte y sur. La sur está formada por dos grandes plazas con un total de siete templos dedicados al culto hacia dioses, y la tumba de la mujer del gran monarca Pakal II, la Reina Roja, llamada así por los vestigios de una tinta roja impregnada en sus huesos y paredes de la tumba.
Sarcófago de gran importancia, pues era común que la gente fuese enterrada en la tierra, son solo dos los sarcófagos encontrados en esta ciudad, de ahí se intuye la importancia de esta mujer. Este lugar se puede visitar y observar el rojo que aún se mantiene impregnado a la roca; y como no, también encontramos un juego de pelota, algo más pequeño que los vistos anteriormente.
En esta antigua ciudad un pequeño río pasa silencioso, casi desapercibido hasta que accedes a la zona norte del complejo, dónde comienzas a bajar unas escaleras, escalón a escalón, casi interminables, hasta que lo escuchas y de repente lo ves, como el agua cae, estruendosa, una gran cascada de un azul cielo nace de ese rio tan silencioso. Una auténtica belleza de esta naturaleza salvaje e incontrolable.
Sin duda para nosotros Palenque ha sido uno de los sitios arqueológicos más bellos en los que hemos estado hasta ahora, tanto por la naturaleza como por la arquitectura del lugar.
El tour más la visita a las ruinas nos llevó todo un día, los siete volvimos andando a las cabañas totalmente agotados pero aún comentando todo lo vivido, visto, tocado y olido durante este intenso día.
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