martes, 21 de febrero de 2017

Campeche, Campeche, México

Al empezar a diseñar un pequeño mapa de ruta sobre el viaje, con la idea de que los planes están para deshacerlos, nunca tuvimos en cuenta los estados que separan Yucatán de Chiapas, es decir, Campeche y Tabasco, pensábamos pasárnoslo por alto. Pero una vez en el viaje empezamos a informarnos sobre la ciudad costera de Campeche y, además de poder acortar el camino de unas 9 horas entre Mérida y Palenque (idea inicial de ruta) parecía que la ciudad ofrecía una serie de atractivos que nos podían interesar.
En primer lugar es un sitio mucho menos turístico que los que hasta ahora habíamos visitado, o como mínimo el turista era totalmente diferente, con un enfoque mucho más cultural y principalmente un turismo nacional. En segundo lugar la UNESCO ha declarado la ciudad como Patrimonio Cultural, así que sería una parada perfecta antes de adentrarnos en el más que esperado estado de Chiapas.
Llegamos a Campeche sobre las dos de la tarde y nada más bajarnos del autobús sentimos como una ola de calor húmedo invadía nuestros cuerpos, aunque si es cierto que el sol apretaba con menos fuerza que en anteriores ciudades, la cercanía al mar nos hizo sudar durante toda la estadía, día y noche. La estación de autobuses se encuentra a las afueras de la ciudad, bastante alejada del centro histórico, así que preguntamos un bus local que pudiera acercarnos, por suerte los buses urbanos que hemos encontrado hasta ahora cuestan alrededor de siete pesos (0,35€), lo que nos facilita desplazarnos dentro de las ciudades. Al ser ya principios de enero (parece que finaliza la temporada alta) y la ciudades menos turística, nos aventuramos a llegar sin reservar un hospedaje, por lo que nos tocó caminar mochilas al hombro en busca de algo que se ajustase a nuestro presupuesto (nos hemos dado cuenta que en internet no se anuncian los más económicos). Paseando por el centro histórico encontramos algunos hoteles de precio medio-alto, pero no nos pudimos creer que en una ciudad menos turística no hubiese algo económico, de verdad. Por lo que habíamos visto en otras ciudades cerca de la estación de autobús de segunda clase (esta si se encuentra cerca del centro) suele haber hotelitos con menos lujos y más baratitos. Y así fue, encontramos un humilde hotel por el que pagamos la tarifa más baja desde que comenzamos el viaje, 200 pesos (10€). Será cuestión de seguir este método. Una vez instalados buscamos un lugar donde comer y paseamos por el centro histórico.
Pues bien, la belleza de Campeche consiste en que se trata de una hermosa ciudad amurallada, con baluartes en cada una de sus esquinas, una puerta de Tierra y otra puerta de Mar, y en su interior preciosas casas coloniales, cada una de un color distinto y de altas aceras por las que pasear.

En el interior de la muralla se encuentra también la plaza central, adjunta a la catedral de la ciudad, la llena de vida calle 59, con sus restaurantes turísticos y casas de artesanías, más dos iglesias construidas en la época de la conquista. De hecho, Campeche fue un importante puerto desde donde las colonias españolas enviaban los tesoros a la corona española, siendo muchas veces interceptados por piratas ingleses, franceses u holandeses que deseaban compartir los tesoros entre los distintos imperios. Los ataques de piratas en la ciudad no solo provocaron su fortificación con una muralla que rodase el centro, sino también la construcción de dos fuertes, uno a cada extremo, en lo alto de dos cerros donde la amplitud de visión hacia el mar y el poder privilegiado de la altitud les permitía defender la metrópoli a golpe de cañonazo. En el extremo sur de la ciudad se encuentra el Fuerte de San Miguel, hoy en día un pequeño pero interesante museo de la cultura y costumbres mayas con algunas piezas arqueológicas de los emplazamientos de ruinas cercanos, entre ellos Edzná y Calakmul y que puede disfrutarse por 50 pesos (2,5€) la entrada. 


 En el extremo norte se encuentra el Fuerte de San José el Alto, convertido hoy en día en un museo de armas y reproducciones a escala de distintos barcos de la época. Aunque en internet decía que la entrada era de 45 pesos, a nosotros no nos cobraron, así que suerte para quiénes deseen visitarlo. 
En el borde del cerro donde se encuentra este fuerte, a modo de balcón con vistas a la ciudad hay una enorme estatua de Benito Juárez, uno de los presidentes más emblemáticos de la nación, y bajo sus pies, un cartel luminoso con las coloridas letras del nombre de Campeche, que pueden ser vistas desde el llano de la ciudad. 
Otro de los atractivos de este enclave colonial es pasear por su malecón, construido con mucho encanto y para comodidad de los campechanos, dispone de carril peatonal, carril para bicicletas, gimnasio al aire libre, varios monumentos y dos puertos, el deportivo y el pesquero. 

Al final del paseo hay una zona de palapas donde disfrutar de unos cócteles a ritmo de música latina. Así que si vais a Campeche no dejéis de disfrutar de su brisa marina con el sonido de las aguas oscuras del Golfo de México.  

Desde Campeche hay varias excursiones que se pueden hacer, entre ellas la Ría de Celestún (que ya explicamos en el post de Izamal, Cuzamá y Progreso por que no la visitamos) o las ruinas de Edzna, que decidimos saltarnos pues tenemos que empezar a seleccionar las ruinas que más nos interesan. Así que si que si alguien las visita y quiere colaborar con este post, puede hacerlo a través de los comentarios. 
Ahora sí, nos despedimos de Campeche. Nos vemos en Chiapas.

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