martes, 17 de enero de 2017

Cozumel, Quintana Roo, México

Por fin dejamos Playa del Carmen.
Hoy nos dirigimos a la isla que tenemos justo en frente y que desde la costa de la ciudad podemos ver debido a su proximidad, la Isla de Cozumel.
Para quien tenga pensado ir a la isla, hay una sola forma de hacerlo, cruzando en ferry desde Playa del Carmen, pero para esto hay tres empresas diferentes, Ultramar, Caribe y México, ordenados de más a menos por la calidad de sus barcos, frecuencia en hora de embarque y precio. Como podéis imaginar viajamos en la última citada, ya que la diferencia de precio era de la mitad y el horario nos iba estupendo, que el barco sea más feo y viejo nos daba igual, llegaría al destino igualmente.

El trayecto duró cuarenta minutos de lluvias intermitentes y aunque el cielo estaba totalmente encapotado cuando llegamos pudimos apreciar la cristalinidad de las aguas. Si es cierto que el Caribe presume de la belleza de sus aguas, pero una isla siempre saca sus cualidades más a relucir.
Entre el gentío del embarcadero y los vendedores de tours nos deslizamos, rentadores de coches, moto o buggy, vendedores de ropa, souvenirs y hamacas hasta llegara nuestro hostal, donde dejamos todo para buscar un lugar económico donde comer. Por la tarde fuimos a una zona donde se podía acceder al mar e hicimos snorkel, pero solo encontramos pececillos de colores y dos pequeñas rayas, nada que nos pudiera impresionar. El resto de la tarde lo dedicamos a recibir información y a decidir que podíamos hacer en la isla. Entre las varias opciones estaba la posibilidad de alquilar una moto y recorrer la isla, hacer un tour de snorkel donde nos llevarían a conocer tres arrecifes con un buen equipo y una lancha para transportarnos. Todo parecía interesante, pero había una opción que no habíamos contemplado y unos viajeros del norte de México que se hospedaban en nuestro hostel nos hicieron darnos cuenta de que posiblemente sería la mejor alternativa. Nos encontramos en una isla justo en medio del Sistema Arrecifal Mesoamericano, es decir, la segunda barrera de coral mas grande del mundo y uno de los lugares más bellos para hacer submarinismo. Al no disponer del titulo PADI Open Water (titulo internacional en el que te enseñan a bucear en grandes grupos) pensábamos que no había forma legal de bajar a los arrecifes, pero no habíamos contado con la opción del llamado Bautizo de Buceo, ¿Cómo íbamos a dejar la oportunidad de ver el escenario subacuático mas famoso del mundo? Seguimos las recomendaciones de todo el que nos hablaba de las maravillas de bucear y concertamos un bautismo, el cuál más tarde os explicaremos que es.


Nuestro primer día en la isla decidimos alquilar una moto para recorrerla. Encontrar una moto económica no fue tarea fácil, pues el turismo de Cozumel es distinto al de Playa del Carmen, funciona de forma exclusiva para atender a los cruceros que llegan a la isla por la mañana y se marchan con la puesta del sol, por lo que una vez abandona todo la tanda de turistas, el pueblo queda literalmente muerto, sus tiendas cerradas y restaurantes vacíos. Esto favoreció a nuestra tranquilidad pero nos hizo difícil encontrar lugares de alquiler, así que tuvimos que esperar a la mañana siguiente y pegarnos el madrugón. Al final mereció la pena, pues encontramos una moto por 250 pesos (12,5€) seguro incluido, bueno, si podía llamarse moto… por que era una verdadera chatarra a la que debían quedarle dos meses de vida, pero nos hizo su función.

Empezamos la vuelta por el oeste de la isla, en dirección sur. Al ser la zona que da a la costa de la Rivera Maya es el lugar donde están la mayoría de arrecifes, el agua esta completamente calmada, como si fuera un lago, pero no dispone de playas, por lo que la entrada al mar se complica a través de afiladas rocas y algún que otro erizo al que tuvimos la suerte de no pisar. Cuantos más kilómetros recorrimos conduciendo más nos dábamos cuenta de como habían privatizado la isla, las únicas entradas naturales al mar tenían delante un Club de Playa (restaurante) donde te cobraban un mínimo de 15 dólares americanos solo por el acceso. Además estaban colocados justo donde el arrecife se acerca más a la costa, con lo que te alquilan equipos de snorkel para que puedas verlo por ti mismo con el simple esfuerzo de nadar un poco.
Nos dio tanta rabia la situación que decidimos buscar la manera de poder hacerlo gratis, siempre hay algún truco. Como hasta el momento las playas de México son públicas y lo único que pueden bloquear es el acceso, nosotros íbamos hasta el final de los clubes de playa donde siempre había un hueco por donde entrar en el agua que está no le pertenece a nadie. Una vez dentro puedes nadar libremente por el arrecife sin que nadie diga nada.
Nada mas entrar en el agua a Carlos se le apareció una enorme Raya Águila, a la que intentó seguir sin resultados. A parte de lo bonito de los corales, encontramos también dos morenas de considerable tamaño que nos asustaron con su agresividad. Realmente no hacía mas que abrir su fea boca y revolverse entre la arena, pero aún así, el desconocimiento nos dio respeto. De lo que si nos dimos cuenta fue de que la vida marina era mas abundante que en la costa, pues había decenas de bancos de peces de diferentes tipos, por supuesto, muchos nuevos para nosotros.


Aun con los bañadores mojados seguimos conduciendo hasta el final de la isla, donde encontramos una especie de parque llamado Punta Sur, donde además del faro se puede visitar la reserva de cocodrilos. La entrada eran unos 14$, así que, como es de esperar por nosotros, no pasamos. Empezamos pues la costa este de la isla donde cada pocos kilómetros encontrábamos playas vírgenes, con un mar salvaje de intenso turquesa y delimitadas por una extensa jungla. Paramos en alguna de ellas a disfrutar de la soledad, el viento y el espectáculo de las olas. En la única que pudimos refrescarnos fue en una donde unas rocas formaban una especie de piscinas en la misma orilla, impidiendo a las olas entrar y dejando un remanso de paz y tranquilidad.
Ya a la vuelta volvimos a los arrecifes para ver si encontrábamos más pececillos, pero nos cayó una buena tormenta tropical. Como no teníamos donde refugiarnos decidimos conducir bajo la intensa lluvia, un momento verdaderamente gracioso. A mitad de camino le entró agua a la moto y empezó a fallar, se nos paro dos o tres veces, así que antes de devolverla la dejamos unas horas a secar. Mientras tanto nos dedicamos a buscar una agencia que nos ofreciera un buen tour de submarinismo para el día siguiente.


Tuvimos suerte de encontrar Studio Blue, unos verdaderos profesionales en el ámbito, donde a través de su instructor Oswaldo, fuimos formados tanto técnica como prácticamente para poder realizar dos inmersiones a 12 metros de profundidad, sintiéndonos completamente cómodos y seguros de que no corríamos peligro alguno. Las clases teóricas las hicimos por la noche, para así poder empezar temprano con la práctica, ya en el agua. La teoría consistió en un video de 20 minutos donde se explican los medios de seguridad y el lenguaje de signos bajo el agua básicos para sumergirse con seguridad.
A la mañana siguiente, con maripositas en el estomago, nos dirigimos al embarcadero donde un barco nos llevaría a realizar las clases prácticas, que consistían en la recolocación del regulador (por donde se respira) en caso de que se nos saliese de la boca, la limpieza de las gafas bajo el agua, en caso de que se llenaran de agua o se empañaran y la asistencia de aire de emergencia en caso de que un compañero se quedase sin el. Estas lecciones prácticas suelen tomarse en la playa, en un lugar menos profundo, para fácilmente emerger si algo pasase durante el entrenamiento. Pero Oswaldo decidió que lo haríamos en el arrecife Paraíso, pues no es muy profundo, la corriente no es fuerte y es mucho mas bonito para practicar.


Una vez puesto el traje de buzo, y dado un saltito cargado de valor desde el barco, comenzó nuestro día de buceo. Primero te agarras a una cuerda con boya y empiezas a descender descomprimiendo el aire cada poquito, para acostumbrarse al nuevo hábitat donde pasariamos el día, el agua. Los movimientos, la respiración asistida por el regulador, el chaleco, las pesas… todo se nos hacia extraño al principio, pero en cuanto empezamos a practicar las lecciones nos acostumbramos en seguida.


Para no gastar mucho aire (queríamos reservarlo para los arrecifes mas bonitos) decidimos ver el arrecife Paraíso desde la superficie, como estábamos acostumbrados a hacer hasta ahora, con snorkel. La verdad es que aunque solo hiciéramos snorkel el arrecife se veía precioso, muy diferente a todo lo que hubiéramos visto hasta ahora. Las formaciones coralinas eran más grandes, coloridas y con muchas más formas, y la vida marina espectacular. Peces, peces y mas peces de mil colores, de tamaños distintos, de formas variadas, una verdadera preciosidad. Aun y así, Oswaldo nos decía que eso no era nada comparado con lo que veríamos después.
Cuando acabamos el snorkel (en verdad hicimos tiempo para que el barco regresara con el resto de los buceadores que no necesitaban las practicas previas) navegamos durante casi una hora para llegar a uno de los arrecifes mas famosos de Caribe Mexicano, el Arrecife del Palancar. Nada más lanzarnos al agua quedamos impresionados. Como la corriente estaba bastante fuerte casi no teníamos que hacer esfuerzo, pues una vez en el fondo esta nos arrastraba y nosotros solo teníamos que dedicarnos a intentar no patear ningún coral y sobretodo a disfrutar el increíble mundo al que acabábamos de entrar. Edificios de coral a ambos lados, hacia que nos escurriéramos entre pasillos de fantasía, donde miráramos nos daba tiempo a percibir cada pequeño detalle de sus formas y colores. Nunca antes nos habíamos imaginado que el mundo submarino pudiera ser tan increíblemente hermoso.
A los 40 o 50 minutos nuestros tanques de oxigeno empezaron a acercarse al mínimo, así que era hora de ir ascendiendo. No sin antes hacer su aparición una elegante raya gris, de gran tamaño, que parecía posar para todos los que la observábamos. Era hora de salir del agua.
Entre bocaditos de fruta fresca y compartiendo todo lo que habíamos visto y sentido (en el agua es imposible expresarte) navegamos hacia el próximo arrecife, conocido como La Lila.


Nos sumergimos de nuevo para ver otro espectáculo de la naturaleza submarina de Cozumel, pues esta vez el arrecife no era ni tan alto, ni tan espectacular, el verdadero atractivo de La Lila era su vida subacuática. La corriente estaba un poco más fuerte así que si queríamos parar a ver algo requería más esfuerzo y por tanto más consumo de aire y menos minutos bajo el agua. Nada más llegar al fondo se nos presento una enorme tortuga marina, la más grande que habíamos visto hasta ahora, remamos contra corriente para observarla un ratito mientras ella seguía tan relajada, comiendo algas, como si nuestra presencia no le molestara y nos viera como un pez más, aunque de hecho, así nos empezamos a sentir ya, como parte de la fauna marina, minúsculos entre tanta inmensidad.
Arrastrados por la corriente se nos fueron apareciendo diferentes tipos de animales, como una variedad infinita de peces, todos a nuestro alrededor y nosotros en medio de ellos, algunas barracudas, un par de enormes (y deliciosas) langostas escondidas entre rocas, tres o cuatro tortugas mas, varias morenas espeluznantes y el plato fuerte del día, tres tiburones gato que nos parecieron enormes. Uno nunca sabe como va a reaccionar al ver estos animales con tan mala fama, pues Carlos se olvido de donde y con quien estaba, se dejo deslumbrar por su belleza y buceo tan rápido como pudo hasta encontrarse con ellos de frente. Al no verse detenido por Oswaldo sintió que era seguro lo que hacia y los tiburones no huían de nuestra presencia.


Al volver al barco volvimos a compartir las emociones retenidas durante cuarenta minutos bajo el agua, y si, coincidimos en que nadar con tiburones era una de las experiencias más fuertes que habíamos vivido nunca.
De hecho, el bautismo de buceo es algo que se ofrece para que uno pueda descubrir si le gusta o no este deporte, y después de esta experiencia, certificarnos en un curso de submarinismo es algo que nos estamos planteando muy seriamente.
Pero ahora toca recrearnos con el recuerdo aun muy presente, pues cerramos los ojos y se nos aparecen pececitos de colores y trocitos de coral.

Si quieres maravillarse del fondo submarino con nosotros, podrás hacerlo en este vídeo de Youtube Vídeo Cozumel

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