El
sol, la arena, el mar, olor a sal en el ambiente ya sea con un mar más calmado
o bravo, calor y paz ¡como echábamos de menos la playa!
Después
de la selva, días de madrugones para conocer todo lo que nos podía ofrecer y el
frio en Comitán de Domínguez y San Cristóbal de las Casas, tener que comprarme
unos leggins términos (en realidad sólo MJ), ahora buscamos la playa y para eso
hemos decidido movernos al estado de Oaxaca, y en concreto, primero a la zona
de Huatulco.
Desde
San Cristóbal De Las Casas hasta Huatulco hay unas 10 horas en autobús,
trayecto que se realiza de noche.
Santa
María de Huatulco es un conjunto de nueve bahías que forman una zona única y
especial, con pequeñas calas vírgenes de aguas cristalinas y difícil acceso o
largas playas con grandes hoteles.
A
primera vista el lugar no nos gustó demasiado, es muy turístico, muchos hoteles
y restaurantes, todos destinados a un turismo de tranquilidad, enfocado al
disfrute de jubilados, paz y relajación, sin fiestas ni desmadre, para eso está
el Caribe. Pero con el transcurso de los días descubrimos que este turismo está
concentrado en varios puntos, como Crucecita, dónde nos hospedamos o Santa Fe, la
zona del puerto, donde amarran los grandes cruceros, así como pequeñas
urbanizaciones a lo largo de la carretera que recorre toda la costa.
Crucecita
es una pequeña localidad a 20 minutos andando de la zona de playa. En este
pueblo se pueden encontrar hotelitos muy económicos, restaurantes asequibles y
si uno busca bien, hasta baratitos, pero cierto es que el pueblo no tiene nada
turístico, nada interesante que visitar, salvo la playa, Chahue, en la cual
pasamos el primer día, tirados en la arena durmiendo como bebés todo el
cansancio del largo viaje.
Al
estar en el Pacífico nos esperábamos una playa de agua helada y olas de 20
metros (bueno, tal vez algo menos) de altura, pero no, nada de eso, nos
encontramos con un mar algo más fresquito que el Caribe, pero para nada helado,
un agua bastante agradable, limpia y muy calmada.
Decidimos
darle una oportunidad al lugar y al día siguiente comenzamos a inspeccionar
cuales eran las mejores playas y como llegar hasta ellas. En total visitamos
ocho playas en seis días, no está nada mal. Algunas de ellas, como Maguey,
Tangolunda y La Entrega, son playas muy destinadas al turismo, Maguey y
Tangolunda al internacional y La Entrega al nacional, con restaurantes, motos
acuáticas y actividades de snorkel. Tangolunda es una playa ancha y larga, coronada
por varios resorts pero con una zona rocosa al final, si uno escala por esa
zona pasa a una pequeña playa sin un solo hotel o restaurante, y si se sigue
caminando un poco más, hay una zona entre rocas bastante tranquila, aguas
cristalinas donde hacer snorkel para descubrir la fauna marina del lugar.
Fue en esta playa donde descubrimos un gran secreto, los vendedores ofrecen ostras, ricas ostras frescas, que para más sorpresa, son baratitas en este lugar ¡120 pesos (12€) la docena! Con seis para los dos estuvimos servidos. Este pequeño lujo lo volvimos a encontrar en La Entrega, aún más barato, las seis ostras por 50 pesos (2,5€).
Fue en esta playa donde descubrimos un gran secreto, los vendedores ofrecen ostras, ricas ostras frescas, que para más sorpresa, son baratitas en este lugar ¡120 pesos (12€) la docena! Con seis para los dos estuvimos servidos. Este pequeño lujo lo volvimos a encontrar en La Entrega, aún más barato, las seis ostras por 50 pesos (2,5€).
El
día que fuimos a La entrega, tuvimos suerte, el taxista que nos llevó hasta
ella también se ofreció desinteresadamente a llevarnos hasta el faro del lugar,
desde dónde hay unas increíbles vistas de la bahía y a un mirador sobre esta
playa desde dónde se ve el puerto, a cambio únicamente deseaba que si algún día
iba a España nosotros le diéramos un tour por Barcelona y Cuenca, ¡trato hecho!
Una vez en esta playa lo primero que se observa es una zona de arena llena de turismo nacional, restaurantes y varios puestos donde rentar lo necesario para realizar deportes acuáticos. A la izquierda de la playa hay un acantilado que bordea la bahía, marcado como zona de coral por boyas colocadas en el mar, ¡ahí es donde sabíamos que deseábamos ir nadar!
A la parte derecha, bordeando otra zona rocosa, con mucho cuidado, pues es resbaladiza, llegamos a una pequeña playa, mucho mas tranquila, pues esta llena de rocas y no hay zona donde poder tumbarse, pero de aguas mucho más calmadas y cristalinas, con unas increíbles vistas al puerto de la localidad.
Esta playa es un lugar perfecto para practicar el snorkel, perderse en sus corales buscando preciosos peces, bien agrupados en grandes bancos o solitarios buscando comida.
Una vez en esta playa lo primero que se observa es una zona de arena llena de turismo nacional, restaurantes y varios puestos donde rentar lo necesario para realizar deportes acuáticos. A la izquierda de la playa hay un acantilado que bordea la bahía, marcado como zona de coral por boyas colocadas en el mar, ¡ahí es donde sabíamos que deseábamos ir nadar!
A la parte derecha, bordeando otra zona rocosa, con mucho cuidado, pues es resbaladiza, llegamos a una pequeña playa, mucho mas tranquila, pues esta llena de rocas y no hay zona donde poder tumbarse, pero de aguas mucho más calmadas y cristalinas, con unas increíbles vistas al puerto de la localidad.
Esta playa es un lugar perfecto para practicar el snorkel, perderse en sus corales buscando preciosos peces, bien agrupados en grandes bancos o solitarios buscando comida.
Otra de las playas que visitamos fue Arrocito, esta es una pequeña cala con un único bar que abastece a la gran cantidad de personas que ahí se concentran. Parecía el lugar ideal para pasar el día con amigos o en familia, sin la aglomeración de La Entrega, mucho más grande y concurrida. La gran peculiaridad de este lugar es que en la arena se pueden encontrar cientos, miles, de trozos de coral roto y muerto. Como si de una chiquilla se tratase MJ se pasó un rato seleccionando lo más bonitos para crear regalos para familiares y amigos, junto muchísimos, pero unos días después, pensando en que es extraño que esto es algo que no se encuentra como souvenir, se informó, y es un poquito ilegal sacarlos del país, ya que, aunque estén muertos, siguen formando parte de la playa del lugar, tienen su función en el ecosistema. Con gran pesar tubo que devolverlos al mar.
Un poquito cansados de playas con gente y bares, uno de los días nos fuimos a Cacaluta, el paraíso en la tierra. A este lugar se accede yendo unos quince minutos en taxi y luego andando por una serie de caminos en el bosque durante unos cuarenta minutos. Pero, oh Cacaluta. Es sin duda alguna una playa soñada, larga, ancha, muy ancha, de finísima arena entre acantilados y una zona rocosa detrás, y mar calmado, sin nada ni “casi” nadie. La playa forma dos semicírculos con un poco de arena en medio algo más alto, por lo que no ves lo que hay al otro lado. Nosotros decidimos quedarnos en un extremo, bastante alejados, para hacer nudismo, pues no hay a quien molestar. A esta playa únicamente accedían, de vez en cuando, lanchas de tours privados que estaban un ratito y luego se iban.
Como
estábamos en la zona por donde se pone el sol y bajo un acantilado, la sombra
empezó a extenderse pronto y pensando en los cuarenta minutos de vuelta
caminando nos planteamos movernos, justo en ese momento vimos una lancha que amarrando a
nuestro lado para que una pareja pudiera hacer snorkel al lado del acantilado. Idea,
¿y si hacemos barcostop?, ¿tu crees que funcionara?, Contesto MJ, va voy a
preguntar. Funcionó, tanto la pareja como el dueño de la lancha se mostraron de
acuerdo en llevarnos hasta su siguiente punto en el tour privado, Maguey.
Dijimos adiós con mucho dolor en nuestro corazón a Cacaluta y nos volvimos a
encontrar, tras un divertidísimo viaje en lancha pues el mar estaba picado y en
el que pasamos por encima de cardúmenes de peces, con una playa con bares,
sombrillas y hamacas. Nosotros decidimos echarnos una agradable siestecilla con
el sonido del mar de fondo.
El
último día de nuestra estancia quedamos con unos amigos que ya todos conocéis,
Marco y Mara, si, una vez más volvimos a coincidir y decidimos pasar el día
juntos, visitando dos preciosas playas vírgenes y nada turísticas, escondidas
entre los acantilados que forman esta preciosa costa, estas son El Violín, y El
Órgano. La primera era una cala entre acantilados, con grandes piedras sobre la
arena, mientras que la segunda era bastante más amplia y ancha, arena fina y
mar muchísimo más calmado. Andando entre ambas playas hay aproximadamente una
hora de camino, que tuvimos que hacer pues al ser poco visitadas los taxis no se
acercan a ellas, llegamos a El Órgano sudando y con muchas ganas de darnos un
buen baño. Disfrutamos de un maravilloso día lleno de sol, arena, paz y risas
con grandes amigos.
No
penséis que lo único para hacer en estas playas es tumbarse en la arena, achicharrarse
y comer ostras (que tampoco está nada mal), en cada una de estas playas siempre
encontramos un trocito de coral, mucho menos impactante que en el Caribe, pero
igualmente hermoso, ofreciéndonos la oportunidad de conocer nuevos peces.
En
nuestros numerosos paseos nocturnos por el centro, este es una única plaza
rodeada de restaurantes, tiendas de helados, hoteles y puestos de tours, nos
fijamos en uno de esos tours, pues parecía tener una relación de precio muy
buena en cuanto lo que ofrece. Esto es un tour en barco, bien catamaranes o
algo más chiquito, por siete de las nueve bahías que conforman la zona de
Huatulco, es decir, poder ver las playas, acantilados y formaciones rocosas
desde el mar, desde enfrente, haciendo dos paradas durante el recorrido,
pudiendo hacer snorkel en una de ellas y comer en la otra, un total de cinco
horas de recorrido por el módico precio de 250 pesos (12,5€). Cierto es que
este es el precio más barato que encontramos, después de mucho preguntar. El día
acordado, a eso de las 10.00 a.m. una furgoneta nos recogió en nuestro hotel y
nos llevó hasta el muelle donde subimos a nuestro barco, no fue un catamarán,
cosa que agradecimos pues este iba mucho más lleno de turismo extranjero,
nosotros disfrutamos de un viaje más acogedor donde hicimos unos cuantos amigos:
una pareja de D.F y una chica con la que coincidiríamos más adelante en Zipilote,
pero eso es otra historia.
Disfrutamos
de una hora y media de snorkel en un espectacular arrecife en la playa Riscalillo,
donde se podían ver peces globo, sin molestarlos, no estaban hinchados. Esta es
una playa virgen, donde únicamente hay cuatro sombrillas que los pasajeros de
los tours pueden rentar para no sufrir con el exceso de sol.
La
segunda playa que visitamos fue San Agustín, más llena de restaurantes, palapa,
sombrillas, totalmente equipada para el disfrute del turista. Muy amablemente
nos dejaron sentarnos a comer nuestro bocadillo casero en una de las mesas de
un restaurante, donde conocimos a nuestros nuevos amigos, quienes nos dieron a
probar un manjar típico de la zona, la piña rellena. Esto es media piña, vaciada
anteriormente y rellena por una mezcla de gamba, la piña, pimiento, cebolla y
finalmente gratinada con queso ¡riquísima!
Envueltos
en una amena y divertida conversación consumimos las dos horas de parada en
este lugar y nos dispusimos a realizar el viaje de vuelta con la esperanza de
ver delfines, pues esta es zona de paso de este grácil animal, pero sin positivo
resultado. Lo que si pudimos observar fueron algunas tortugas y varias manta
raya saltando fuera del agua, como queriendo volar.
Al
llegar al puerto comenzaron las despedidas, con la amable oferta de la pareja
de poder hospedarnos en su casa si decidíamos ir a México D.F….mmm, nos lo pensaremos.