A las seis de la mañana, después
de un desayuno exprés en uno de los supermercados 24H OXXO, tomamos el
colectivo que nos llevaría desde Puerto Escondido a la capital del estado,
atravesando siete horas de montañas por carreteras de curva tras curva, a veces
asfaltadas a veces no, se nos hizo difícil contener el desayuno en el cuerpo. Ha
sido el peor recorrido en bus desde que empezamos este viaje. Con el cuerpo
descompuesto llegamos a Oaxaca de Juárez, donde no nos costó mucho tiempo
encontrar un lugar en el centro histórico donde alojarnos de forma económica. De
hecho, Oaxaca nos sorprendió por sus bajos precios, donde dormir por 250 pesos
(12,5€) que para una ciudad está muy bien, comer de menú (tres platos, postre y
una jarra de agua de frutas) por 50 pesos (2,5€) o un desayuno completo por 30
pesos (1,5€), hasta viajar en taxi compartido cerca de 45 minutos por 20 pesos
(1€). Pensábamos que Chiapas era lo más económico que encontraríamos en México,
cuando llegó Oaxaca y nos sorprendió.
La ciudad es un lugar con una
excelente y preciosa arquitectura colonial. Desde su impresionante catedral en
el zócalo (plaza principal de la ciudad) donde se ramifican calles y avenidas
de bajos edificios coloridos, hasta la infinidad de iglesias repartidas por
todos los rincones hacen de Oaxaca de Juárez un lugar idílico para pasear y
perderse entre sus calles.
El zócalo de la ciudad es una
bonita plaza central repleta de bancos donde sentarse a la sombra de sus
gigantes árboles, rodeado por elegantes cafeterías y restaurantes, muchos de
ellos con música en directo, encabezado por el palacio municipal, con un ambiente
muy entretenido desde la salida del sol hasta bien entrada la noche. Vendedores
ambulantes, espectáculos de payasos, mercados de libros y artesanías, helados, maíz,
comida callejera, vendedores de globos y un sinfín de paseantes, algunos que se
quedan, otros que se van, hacen de esta plaza un lugar muy especial donde estar
contemplando pasar las horas.
Entre el zócalo y la iglesia de
Santo Domingo, un increíble templo detalladamente decorado que alberga el museo
de las culturas de Oaxaca y el jardín etnobotánico, se encuentran las dos calles
peatonales más transitadas de la ciudad, donde entre casitas de colores se han
instalado los bares y tiendas más modernas de la ciudad.
De entre los rincones más bonitos
de la ciudad, nos sorprendió la Plaza de la Danza, dónde encontramos un
interesante mercado de artesanías de la región promocionando el comercio justo,
anclado entre la preciosa Basílica de Nuestra Señora de la Soledad y el Templo
y Ex convento de San José.
Justo antes de subir las escaleras que terminan en
esta plaza se ubica un mercado callejero de helados típicos de la zona, con infinidad
de extraños sabores a probar. Una de las cosas que más nos gusta de las
ciudades grandes son sus variados mercados, y Oaxaca en este sentido está bien
servida.
Uno en frente del otro, los
mercados de Benito Juárez y 20 de Noviembre ofrecen a locales y visitantes
productos de todo tipo. En el Mercado de Benito Juárez se puede encontrar desde gran variedad de
zapatos y sombreros, ropa y fruterías y carnicerías, hasta los famosos
chapulines (grillos fritos) y el gusano de Maguey que también se consume frito.
El mercado 20 de Noviembre es una
conglomeración de puestos de comida donde se ofrecen los exquisitos platos
oaxaqueños- entre los más conocidos destacan las tlayudas, el tasajo, los
distintos tipos de moles (salsa de chile con cacao), el atole o chocolate con
pan, champurrado y muchas más, pues si hay algo que destacar en Oaxaca, es su
deliciosa y económica gastronomía, y este es el lugar ideal para disfrutarla. Muy
cerca de estos dos mercados esta el mercado de las artesanías donde se venden típicas
telas bordadas, alebrijes (figuritas de madera pintadas a mano) y juguetes de
madera tradicionales.
El pueblo oaxaqueño y la ciudad
de Oaxaca en particular son conocidos como uno de los pueblos más luchadores
por sus derechos de México, y esto se siente en el ambiente. Carteles pegados
en sus fachadas, pintadas con grafitis, grandes pancartas en la fachada de su
ayuntamiento y universidad, nos recuerdan la represión y desigualdades que
sufren los habitantes oaxaqueños por parte de su gobierno y como el pueblo se defiende
contra las injusticias de su país.
Aunque llegamos a destiempo nos habría
encantado asistir a uno de los festivales culturales más espectaculares y
populares de todo el país, la famosa Guelaguetza. Este se trata de un gran
festival donde decenas de bailarines representan las danzan populares y
tradicionales de las diferentes áreas del estado de Oaxaca. Tan importante es y
tanta gente asiste al evento, que en una colina situada muy cerca del centro histórico
se ha construido el auditorio de la Guelaguetza, con capacidad para que las
miles de personas que asisten al festival puedan disfrutar de él. Aunque esta
fiesta tiene lugar en el mes de Julio y el auditorio estuviera cerrado y vacío,
nosotros subimos al cerro pues visitando desde fuera ya pudimos contemplar las
vistas de la ciudad desde las alturas, en el árido y montañoso paisaje que la
rodea.
Desde Oaxaca de Juárez hay un montón
de alternativas para hacer excursiones, desde pueblos artesanos que trabajan el
barro negro, la lana y otros materiales, algunos pueblos mágicos en la sierra,
conjuntos arqueológicos, hasta fascinantes cascadas petrificadas. Debido a que
el tiempo empezaba a escasear y no podíamos visitarlo todo, nos decidimos por
las ruinas zapotecas, uno de los arboles más antiguos del mundo y las cascadas
de piedra de Hierve el Agua.
Si quieres conocer estos preciosos lugares no te pierdas el siguiente post. ¡Te esperamos!
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