Nuestra primera parada es Miami Beach. Una playa gigante, larga, sin fin, que deja atrás una avenida llena de hoteles en los que te tratan estupendamente y un paseo donde la gente tornea sus ya perfectos cuerpos.
Al poner un pie en la arena, fresquita, son las 10 de la mañana, nos decimos “vamos a recorrerla hasta el final", el día no estaba para muchos baños, hacia un viento fresquito mañanero. ¡El recorrido nos llevó toda la santa mañana! La primera razón fue esta:
Las casetas de los vigilantes de la playa de Miami. Un conjunto de 35 casetas decoradas con colorines (a MJ le encantan los colorines), así que venga fotos, venga vídeos…
La segunda razón, los pajaritos más graciosos que jamás hayamos visto, Miami es un lugar con mucha diversidad animal por su clima subtropical.
Fue toda una aventura perseguirlos mientras corren con sus diminutas patitas y están pendientes de que las olas no se los lleven. ¡La playa estaba plagada de ellos! La playa termina en un muelle desde donde se puede ver una increíble postal de Miami Beach, y desde donde ponía que en ciertas épocas del año era posible ver manatíes, por desgracia no tuvimos suerte de ver ninguno.
Tras unas fotos y disfrutar de la inolvidable vista nos pusimos las chanclas (Carlos a regañadientes) y comenzamos a encaminarnos hacia Ocean Drive, una calle llena de hoteles de estilo Art Deco, muy cucos, bares cubanos y mexicanos, mucho ambiente y mucha fiesta.
El final de la avenida enlaza con Lincon Road, algo más clásica, llena de tiendas donde dejarte un dineral. Nos llamó la atención su decoración navideña, un gigante abeto en el centro con palmeras a su alrededor, Navidad a 30°C.
Tras todo el mareo de la música, tiendas y pajaritos estábamos agotados, así que decidimos buscar el supermercado más barato (tarea difícil, 1 botella de leche 3.5$) comprar macarrones, salsa de tomate y salchichas para volver a casita, cenar y descansar.
No te pierdas el increíble vídeo de Miami Beach en:
Vídeo Miami Beachhttps://m.youtube.com/?#/watch?v=5A1w46G66jE
Fue toda una aventura perseguirlos mientras corren con sus diminutas patitas y están pendientes de que las olas no se los lleven. ¡La playa estaba plagada de ellos! La playa termina en un muelle desde donde se puede ver una increíble postal de Miami Beach, y desde donde ponía que en ciertas épocas del año era posible ver manatíes, por desgracia no tuvimos suerte de ver ninguno.
Tras unas fotos y disfrutar de la inolvidable vista nos pusimos las chanclas (Carlos a regañadientes) y comenzamos a encaminarnos hacia Ocean Drive, una calle llena de hoteles de estilo Art Deco, muy cucos, bares cubanos y mexicanos, mucho ambiente y mucha fiesta.
El final de la avenida enlaza con Lincon Road, algo más clásica, llena de tiendas donde dejarte un dineral. Nos llamó la atención su decoración navideña, un gigante abeto en el centro con palmeras a su alrededor, Navidad a 30°C.
Tras todo el mareo de la música, tiendas y pajaritos estábamos agotados, así que decidimos buscar el supermercado más barato (tarea difícil, 1 botella de leche 3.5$) comprar macarrones, salsa de tomate y salchichas para volver a casita, cenar y descansar.
No te pierdas el increíble vídeo de Miami Beach en:
Vídeo Miami Beachhttps://m.youtube.com/?#/watch?v=5A1w46G66jE